GUIA CORRECCIÓN TEXTOS





GUIA CORRECCION TEXTOS NARRATIVOS.

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1.- EVITA LOS JUICIOS DE VALOR EN TU NARRATIVA

¿Por qué evitar los juicios de valor?

Los juicios de valor son apreciaciones emitidas para clasificar algún hecho o acción de acuerdo con los principios éticos o morales de quien emite el juicio. En palabras más simples, se trata de considerar algo bueno o malo, justo o injusto, bello o feo, etc. 

Al emitir esta opinión, predispones al lector a pensar igual que tu e incluso le adelantas lo que va a ocurrir, lo estas forzando a interpretar la narración de la forma que deseas. Impides las interpretaciones. La literatura es subjetiva tu lector debe ser libre de justificar las acciones de unos y convertirse en aliado de otros. Afecta la calidad.

Incluso si los juicios de valor emitidos son ciertos, evita su uso y permite que tu lector forme sus impresiones.


2.- EL USO DEL HIPÉRBATON: CONSTRUCCIÓN DE FRASES INVERTIDAS ejemplo:

“Volverán las golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar”.

Sin utilizar el hipérbaton, la oración tendría que haberse construido de este modo:

“Las golondrinas volverán a colgar sus nidos en tu balcón”.

No, para la descripción de una acción o un lugar La conclusión es: en líneas generales, hay que respetar el orden sintáctico básico y colocar cada elemento en su lugar adecuado. Es mejor no utilizarlas, la sencillez es la clave, los poetas y escritores antiguos sabían cómo y cuándo hacerlo.


3.- NO LO DIGAS, MUESTRALO 

ALGUNOS EJEMPLOS:

a.- La niña sintió mucho miedo 

Así lo dices

La niña chilló sobresaltada 

Así lo muestras: El temor se apoderó de la pequeña nublando sus sentidos / se quedó paralizada por el terror…

Así lo dices: El pinchazo fue bastante doloroso  

Así lo muestras: tuve que hacer un gran esfuerzo para no gritar / sentí como si me taladraran el brazo / una intensa punzada contrajo mis músculos…

Así lo dices: La torta estaba buenísima

Así lo muestras: fue como una explosión de sabores en mi paladar / cada cucharada era un regalo para mis sentidos/ me hubiera comido diez tartas como esa…


4. EL EPÍTETO SOBREUTILIZADO

Un epíteto -en su definición clásica- es un adjetivo que precede al sustantivo y que se usa para embellecer o crear un efecto estético. En muchas ocasiones -a diferencia del adjetivo calificativo- no añade nada de información, por ejemplo: La blanca nieve.

Se usa para llamar la atención sobre esa palabra o sobre ese instante. Tal y como sucede cuando hacemos una descripción (de un lugar o de un objeto) un epíteto coloca una LUPA sobre el sustantivo, destacándolo sobre los demás.

No hay ningún problema en utilizar un epíteto precediendo al nombre de cuando en cuando; y, de hecho, es muy usual si tienes un estilo un poco lírico o quieres escribir de manera más «literaria».

El problema llega cuando incluimos adjetivos que preceden a los sustantivos muy a menudo y más aún si aparecen por parejas. En este caso, lo que provocamos es:

-Una sensación de estilo «forzado» y ampuloso. Es mejor utilizarlos con cuentagotas y siempre combinados con adjetivos calificativos.

-Provoca también que, al colocar esa «lupa» sobre muchos momentos de la narración, intentando destacar tantos no se destaque ninguno. Imagina que, en un campo verde, hay una amapola. La distinguirías en seguida por su color rojo, ¿verdad? Pero si estuvieras en un campo de fresas… sería más difícil.

Lo mismo ocurre -ya que estamos- con las descripciones. Si describimos al detalle cada pequeño elemento que aparece el lector siente que todos son importantes (y seguro que no es así… Además, cuando haya algo verdaderamente importante, le pasará desapercibido, pues no habremos sabido dejarle claro en qué fijarse.


Ejemplo:

Andrés descendió las estrechas y húmedas escaleras que bajaban al angosto y oscuro sótano. Sus verdes ojos brillaron.

Bastaría con eliminar una pareja (por ejemplo «bajaban al sótano») o cambiar uno de los epítetos por un calificativo (descendió las escaleras estrechas y húmedas»)


5. EL VERBO COMODÍN O PALABRAS BAUL

Con este término de mi cosecha me refiero a algo que me encuentro muy frecuentemente: verbos de uso muy común que se utilizan de forma incorrecta, o a veces correcta, pero poco precisa.

En algunos casos se trata directamente de expresiones que no son correctas; en otras ocasiones, aunque sean correctas resultan en construcciones imprecisas, que nos dan un estilo poco cuidado.

Recordad que escribir un relato o una novela no es como escribir un informe legal, o un examen. En esos casos lo más importante es transmitir la información, pero en el caso de la narrativa lo que queremos es EMOCIONAR a la persona que nos lee, interesarla, intrigarla, hacerla reír o llorar. Crear un impacto.

Por eso, no solo es importante que se nos entienda, sino también expresarnos lo mejor posible.

Algunos ejemplos:

Algunos de los verbos que más me encuentro como «comodín» son hacer, ver, poner, ser, estar…

Por ejemplo, es incorrecto (y me he encontrado todo esto revisando relatos o novelas):

Hacer un fallo -> Cometer un fallo

-Hacer una sonrisa-> Esbozar una sonrisa

-Le vi durante un rato -> Le miré

-Junto a la mesa estaba una silla ->había

-Vamos a hacer un acuerdo -> vamos a llegar a un acuerdo, a firmarlo

-Hice una casa -> Construí, diseñé

-Voy a hacer un relato -> escribir, redactar

–Hacer un suspiro -> Exhalar un suspiro, dejar escapar un suspiro

-El dolor no estaba -> Había desaparecido

-Hacer un informe– Redactar un informe

–Hacer la diferencia -Marcar la diferencia


6. LA SEQUEDAD

Con este término me refiero a una tendencia narrativa que veo en algunos relatos o novelas. Un estilo seco, por llamarlo de alguna manera, sería uno en el que las frases son siempre breves, y siempre separadas por punto.

Que quede claro que utilizar frases breves puede ser algo muy bueno, sobre todo en momentos en que estamos narrando una escena rápida y ágil (como explicaba en mi artículo «Cómo escribir escenas de acción»). Las frases breves, cortantes y secas dan esa sensación: que todo está sucediendo a gran velocidad.

Si TODO nuestro relato o TODO nuestro estilo está narrado utilizando frases breves y cortantes, la sensación general será que la escritura es seca, dura. Tal vez es algo que estemos buscando (como en «La carretera», la novela post-apocalíptica de Cormac McCarthy), pero si no es así, si no queremos que la historia suene gélida y cortante, entonces tendríamos que reescribirlo e ir adaptando nuestro estilo -al menos, en algunos momentos de nuestra narración.

Ejemplo:

“Juan quería saber por qué se habían detenido. Bea se negó a contárselo. Ella le dijo que la tomara de la mano. Él la miró como si estuviese loca.”

Como ves, a priori no hay ningún «error» ni ninguna falta, todo es gramaticalmente correcto PERO suena demasiado cortante y seco, como acciones que no tienen que ver una con la otra, que no son una CONSECUENCIA de la otra, o no suceden al mismo tiempo.

Se pueden introducir partículas subordinantes y unir algunas de las frases en una sola. De esta forma, sonará más natural, más dinámico y menos frío.

Por ejemplo, así: “Juan quería saber por qué se habían detenido, pero Bea se negó a contárselo, y, simplemente, le dijo que la tomara de la mano. Él la miró como si estuviese loca»


7. EL LABERINTO DE LAS COMAS

En cierto sentido, es lo opuesto a lo anterior. Es cuando encuentro frases interminables, llenas de comas (ni siquiera puntos y comas, o dos puntos… solo comas). En muchas ocasiones se trata de comas incorrectas, pero no tiene por qué ser así.

Les advertía del problema que puede surgir al usar muchas frases largas: falta de claridad, confusión, lentitud de la acción. Si, además, utilizamos solo comas (y algunas suelen ser incorrectas, porque el texto está pidiendo a gritos un punto y coma o unos dos puntos, o paréntesis), la falta de claridad es mucho mayor… así como la sensación general de escritura «poco cuidada», que no emociona.

Ejemplo:

«Habían pasado más de dos horas sin que la chica se moviera de la silla, su estómago le comenzó a rugir, miró por la ventana y era ya mediodía, su compañero aún no había llegado, se estaba empezando a aburrir de la situación, ya era demasiado «

Ese es un ejemplo exagerado (con varias comas muy incorrectas), pero ojalá no me encontrara similares cada curso.

Mira cómo queda el mismo texto cuando se usan dos puntos, punto y coma, puntos suspensivos… ¡y puntos!

«Habían pasado más de dos horas sin que la chica se moviera de la silla. Su estómago le comenzó a rugir; miró por la ventana y era ya mediodía, pero su compañero aún no había llegado. Se estaba empezando a aburrir de la situación: ya era demasiado «


8. LA REPETICIÓN INVOLUNTARIA

La repetición como recurso se puede utilizar en narrativa (y poesía), pero hay que tener en cuenta que, en ese caso, estaríamos hablando de repeticiones voluntarias, incluidas ex profeso en el texto para provocar un efecto.

En este caso, lo que incluyo aquí como «pecado narrativo» serían las repeticiones que cometemos, sin darnos cuenta, al escribir.

Esas repeticiones involuntarias afean el texto, y, de nuevo, nos dejan sensación de escritura «poco cuidada» y no ayudan a que disfrutemos el texto. Una repetición «fea» puede conseguir «sacarnos de la historia» (como cuando suena el móvil en el cine), recordándonos que no se trata de una historia real, sino de algo inventado, e impidiendo que nos emocionemos.

Ejemplo:

«Estuve caminando durante horas y después de caminar, llegué a la casa»

Pero también puede resultar fea una repetición de términos similares, incluso aunque no sean iguales, como:

«Cuando le miré, él también se me quedó mirando. Y su mirada me atravesó»

9. EL ADVERBIO

Dice Stephen King que «El camino al infierno está pavimentado con adverbios «. Veamos a qué se refiere.

Los adverbios son ese tipo de palabras que califican a un verbo (de la misma forma que un adjetivo a un sustantivo). Los más conocidos -y a los que se refiere Stephen King- son los adverbios de modo: fuertemente, profundamente, cruelmente, despacio, mejor, adrede…

El problema con los adverbios viene porque muchas veces los usamos como una muleta para complementar un verbo poco preciso (incluso un verbo «comodín») en lugar de buscar el verbo preciso.

Además, por otro lado, los adverbios de modo (que en nuestro idioma suelen terminar en «mente» y en inglés en «ly») suelen ralentizar el ritmo narrativo.

EJEMPLOS

Con unos ejemplos lo veremos más claro -y esto me lo encuentro mucho.

–Lo miró atentamente -> Lo observó, lo contempló

La cogió fuertemente del brazo -> La agarró

–Lo tiró lejos -> Lo arrojó

–Lo cosió rápidamente -> Lo enhebró

En estos casos, se ve bastante claro cómo el verbo que he elegido yo es una forma mucho más precisa que la expresión del ejemplo. Pero hay veces en que, aunque no se trate de una transcripción precisa del mismo significado, se utilizan verbos muy comunes y adverbios en lugar de buscar verbos más descriptivos o precisos.

Le mató cruelmente -> Le descuartizó, se ensañó al acuchillarle

Corrió despacio -> Se apresuró, aligeró el paso


10. LA COMPARTIMENTACIÓN DE LA NARRATIVA

Este es el pecado más complejo de todos.

Con esto me refiero a que en ocasiones me encuentro textos donde los autores o autoras «separan» de forma artificial los diferentes tipos de discurso. Así, me encuentro una larga descripción; después, dos párrafos de acciones de los personajes, y, por último, también separado, diálogos.

El problema es que el resultado es muy frío y artificial. Aunque a primera vista puede no notarse, cuando se trata de un relato largo o una novela, si el autor/a suele cometer este pequeño fallo eso va a lastrar su estilo. La persona que lo lee va a notar que algo no fluye (aunque no sea capaz de notar qué) y no disfrutará tanto de la historia.






 Tomado y modificado de: https://dianapmorales.com/2018/12/blog/errores-de-estilo/




 


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