TRES BUENOS HABITOS PARA EVITAR ERRORES EN LA NARRATIVA

 

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Tacones Lejanos

1.- LEER EN VOZ ALTA

Si al terminar de redactar el folio (o folios) de ese día te detienes unos minutos y lo lees en voz alta, eso te va a servir muchísimo.

Primero -y, sobre todo- para evitar repeticiones. Van a destacar como luces de neón, créeme. Segundo, para ver si las frases son demasiado largas, o demasiado cortas. Y, de paso, incluso te puede ayudar a comprobar si los diálogos suenan naturales ¿Quién da más por tan poco?


2. DICCIONARIO DE SINÓNIMOS

¿Que quién da más por tan poco? ¡El diccionario de sinónimos! Si aún no lo conoces, te acabo de presentar a tu mejor amigo para toda tu vida escritora.

A mí ni se me ocurre escribir sin tener abierta la página de Wordreference.com de sinónimos. Solo tienes que escribir el término que se parece a lo que buscas (esa «primera palabra» que se te ha venido a la mente, que seguramente será un verbo comodín, o un sustantivo muy usado…) y no solo te va a ofrecer muchas otras opciones, sino que, haciendo clic, puedes navegar de una palabra a otra hasta dar con la exacta. No dejes de probarlo.


3. LEER Y TRANSCRIBIR

Leer buena literatura, a poder ser (no necesariamente clásicos), y leer fijándoos en cómo ha usado el autor o autora las palabras (lo explicaba en este otro artículo).

Aquí complemento ese repetido consejo -uno de los momentos en que la repetición es muy útil es para fijar una idea en la cabeza de otro- con otro más: transcribe.

¿Y eso qué es? Pues, elegir un libro o un extracto que te guste (de un libro publicado, me refiero) y copiarlo tú a mano en un cuaderno o en tu ordenador. No para usarlo (¡por supuesto! Tiene derechos de autor) si no para que, de forma más práctica y plástica, notes en tus propias carnes, en tus dedos, el ritmo de las palabras, la elección de los vocablos, la extensión de las frases. Es un ejercicio que te puede sorprender.


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